lunes, 23 de junio de 2014

370 días, y parece que fue ayer

Sé que puedes verme, o eso quiero pensar.
Sé que ves cada paso que doy, los que damos las que quedamos aquí abajo. 
Puedes seguirnos, aconsejarnos, pero no podemos oírte.
A veces, alguna falsa señal del buen camino a elegir, 
algún símbolo que me recuerde a ti.

Qué suerte más negra hemos tenido,
pero tú estarás feliz allá donde estés,
estudiando los astros, 
charlando con aquel filósofo del que tanto me hablaste.

Qué suerte tienes, seguro que has podido descifrar 
esas miles de preguntas sin respuesta,
que puedes volver al pasado 
y sentirme cerca.

Qué suerte la tuya y qué mala pata la mía.
Yo también quiero sentirte cerca, 
pedirte ayuda, la necesito.
Te necesito.

Miro aviones adentrándose en el anochecer y les envidio,
casi te rozan, te sienten. Y yo aquí abajo, en mi pequeño ático,
sin poder hacer más nada que estudiar.

Estudiar sin tus visitas inesperadas, sin tus ‘qué tal va la cosa’,
sin tus ‘buenas noches niñas’ y ‘buenos días Tatina’.

Sé que ya no te puedo ver, pero joder, cómo te siento.
A veces tan lejano, y a veces tan cercano que no creo
que hayas marchado.

Porque el mes de junio, tardará en volver a ser un buen mes.
Porque en junio, recordaré siempre la tarde del 17, 
tus últimas palabras, 
mis últimas palabras.

No puedo borrar de mi mente, todas las veces que puse los ojos en blanco 
cuando me reñías, o me contabas historias tuyas.
Cuánto lo lamento, cuánto me arrepiento.
Ahora quiero saber lo que es la vida desde tu mirada,
quiero que me des lecciones, aunque yo no las siga.
Quiero escuchar tus palabras de consuelo y apoyo.
Escucharte, tan sólo.