Decía que tenía una hijita,
muy chiquitina.
Que ésta comía
quilos y quilos de jamón.
Que cuando reía florecía
la sonrisa más bella.
Y él encargaba no un camión,
sino dos de jamón.
Las adoraba, a su hermana
y a ella.
Les podía comprar loros,
todos diferentes tan sólo
para ellas.
Ellas eran sus florecillas,
sus Rositas de Pitiminí.
A Papá.
muy chiquitina.
Que ésta comía
quilos y quilos de jamón.
Que cuando reía florecía
la sonrisa más bella.
Y él encargaba no un camión,
sino dos de jamón.
Las adoraba, a su hermana
y a ella.
Les podía comprar loros,
todos diferentes tan sólo
para ellas.
Ellas eran sus florecillas,
sus Rositas de Pitiminí.
A Papá.